LA MIEL:
fuente de energía inmediata para el deportista
Afortunadamente, el número de personas preocupadas por su alimentación es mayor cada día, concienciadas de que lo que comemos repercute directamente sobre nuestra salud y bienestar, y que no es necesario ingerir alimentos en mal estado o infectados por esta o aquella enfermedad para sufrir las consecuencias de los malos hábitos alimentarios; pues el exceso de algunos alimentos y la precariedad de otros es suficiente para abrir las puertas de nuestro cuerpo a determinadas enfermedades.
Esta actitud positiva hacia la Dietética es más intensa aún en los deportistas, pues nadie ignora que la optimización del rendimiento físico depende, entre otros factores, de la utilización correcta de los alimentos. Por estos motivos en las últimas décadas han proliferado las industrias alimentarias dedicadas a la fabricación de complementos dietéticos para deportistas que, si bien en un principio se trataba de un mercado cerrado y dirigido a los profesionales, en la actualidad se ha generalizado. Entre estos alimentos especializados encontramos las bebidas "energéticas", destinadas a facilitar el aporte de nutrientes en actividades que conllevan un alto gasto de glucógeno muscular y hepático, junto a una importante deshidratación y pérdida de minerales. Y aquí es donde encaja la miel.
Cuando pienses en miel tienes que pensar en energía, pues es lo que principalmente te va a aportar, además de una apreciable cantidad de minerales y algunas vitaminas.
Los glúcidos que aporta la miel son mayoritariamente monosacáridos, lo que implica que su absorción no necesita digestión previa: desde el intestino pasan directamente al torrente sanguíneo, y una vez en éste, sin necesidad de "disparar" insulina (lo que los hace aptos para diabéticos), pasan al interior de las células musculares para ser utilizados. A efectos prácticos, la miel es ideal como aporte energético momentos antes del entrenamiento si han pasado tres o más horas desde la última comida, y, sobre todo, como restaurador durante los entrenamientos, ya que en esos momentos actuará manteniendo el nivel de glúcidos en sangre y protegerá los depósitos de glucógeno del hígado mejorando la resistencia a la fatiga. Si se toma después de entrenar ayudará a recuperarse del desgaste sufrido y mantendrá hasta la comida.
Por otra parte, los minerales presentes en la miel contribuirán a facilitar la contracción muscular y minimizarán el riesgo de sufrir calambres y otras molestias similares, sobre todo si se entrena a temperatura ambiental elevada.
Para facilitar la ingesta de la miel en cualquier momento y lugar resulta muy práctico diluirla en zumos (a razón de 10 g por cada 20 cl de líquido), en especial con el de limón, pues a las virtudes de la primera se sumas las de esta fruta que aporta sustancias alcalinizantes y remineralizantes, con resultados asombrosos de cara a retrasar la aparición del cansancio físico; y, además, si se bebe mientras se práctica ejercicio se reducirán los efectos de las temidas agujetas. Este preparado será especialmente útil durante la práctica de deportes de actividad física con intensidad media y alta y de no más de 60-90 minutos de duración, como las artes marciales o en los entrenamientos con pesas; en los deportes de larga duración, como en las carreras de fondo o el ciclismo, su mayor beneficio consiste en que ayudará a los músculos a ahorrar proteínas mejorando el tiempo de recuperación de los mismos tras el ejercicio.
Junto a sus propiedades energéticas, a la miel se le reconocen ciertas capacidades terapéuticas derivadas de otras sustancias que entran en su composición (enzimas, hormonas vegetales, germicidas...) que con el tiempo se han ido olvidando debido al altísimo nivel de la Farmacología moderna en los países desarrollados, pero que se tienen muy presentes en la llamada "Medicina Alternativa" junto a otros productos derivados de la colmena como la jalea real o el propóleo.
A la hora de elegir una miel en el comercio es conveniente saber que aquéllas que son más fluidas o líquidas tienen menos poder nutritivo que las de aspecto más pastoso o sólido, pues las primeras han sido sometidas a altas temperaturas, lo que implica la pérdida de las vitaminas y las sustancias terapéuticas antes mencionadas, pero no afecta al aporte energético. Entre las mieles no procesadas con calor, existe una gran variedad donde elegir, con distintos sabores, texturas y colores. La diversidad depende de la planta melífera de origen, por lo que podemos hablar de miel de acacia, de brezo, espliego, romero, etc.
Si miramos hacia el pasado, realizando un breve viaje por la Historia, encontraremos alabanzas a la miel en la literatura médica de todos los tiempos y de todas las grandes culturas: en China se recomendaba como medicamento, ya en el año 4000 a.c.; igualmente se escribe de ella en el Yadyur Veda -el libro de medicina más antiguo de la cultura Hindú-; Hipócrates, el padre de la medicina en la cultura occidental, cuya máxima era "Que tus alimentos sean tus medicamentos" no dudaba en afirmar que la miel servía para alargar la vida -y debía saber lo que decía pues él vivió alrededor de 105 años-. A nivel popular y cotidiano, antiguamente, y hasta que se empezó a producir industrialmente el azúcar, la miel era el endulcorante utilizado de forma generalizada para la preparación de dulces y repostería, costumbre que sería útil retomar, aunque sólo sea porque la miel no produce caries en los dientes.
(*) Tomado de: Martín Magariño, P. E.
(2001-6). La miel: fuente de energía inmediata para el deportista. Dojo,
16-17.
Junto a sus propiedades energéticas, a la miel se le reconocen ciertas capacidades terapéuticas derivadas de otras sustancias que entran en su composición (enzimas, hormonas vegetales, germicidas...) que con el tiempo se han ido olvidando debido al altísimo nivel de la Farmacología moderna en los países desarrollados, pero que se tienen muy presentes en la llamada "Medicina Alternativa" junto a otros productos derivados de la colmena como la jalea real o el propóleo.
A la hora de elegir una miel en el comercio es conveniente saber que aquéllas que son más fluidas o líquidas tienen menos poder nutritivo que las de aspecto más pastoso o sólido, pues las primeras han sido sometidas a altas temperaturas, lo que implica la pérdida de las vitaminas y las sustancias terapéuticas antes mencionadas, pero no afecta al aporte energético. Entre las mieles no procesadas con calor, existe una gran variedad donde elegir, con distintos sabores, texturas y colores. La diversidad depende de la planta melífera de origen, por lo que podemos hablar de miel de acacia, de brezo, espliego, romero, etc.
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