Los lectores aun con solo un ligero interés en la filosofía y la cultura asiáticas estarán familiarizados con los términos yin y yang. Estos términos toman una importancia especial en kung fu, principalmente por la asociación histórica del arte con el taoísmo y el budismo. El símbolo de yin y yang es entendido de modo universal como el de un círculo, mitad negro, mitad blanco, en el que dos partes combinadas se complementan para producir el todo armonioso.
Los sistemas interno y externo (suave y duro) de kung fu tienen mucho en común con el concepto de yin y yang. En tanto que yin puede representar cualquier cosa en el universo: pasividad, nobleza, noche, lo negativo, la hembra, yang es la incorporación de su complementario: actividad, firmeza, día, lo positivo, el macho. El equilibrio fundamental de la naturaleza, y de la lucha de la Humanidad para alcanzar ese mismo equilibrio en su propio destino, es el tema de mucha religiones y filosofías orientales.
Resulta pues natural que las artes marciales de China hayan sido divididas tradicionalmente en dos sistemas, el interno o suave y el externo o duro; ninguno es más provechoso o efectivo que el otro, ninguno es "correcto" o "equivocado". En muchas formas de kung fu, tanto interno como externo, están integrados de manera más o menos equitativa; en otras, existe una inclinación definida hacia uno u otro sistema, de ordinario, el duro; no obstante, el principio subyacente de la integración de interno y externo se centra en la elección de respuesta que permite a un practicante familiarizarse con ambos sistemas.
Por ejemplo, no tiene sentido bloquear y absorber directamente el golpe de un adversario, cuando puede ser redirigido; a menudo, para desventaja de él mismo. La máxima del artista marcial experimentado es: "Duro contra suave, suave contra duro". La fuerza de miembros y puños asociada con muchas escuelas duras de kung fu resulta impresionante y, al principio, aterradora pero sirve de poco cuando se apareja contra un maestro que tenga la claridad mental, la seguridad de equilibrio y la elasticidad de movimiento que caracterizan el auténtico sifu.
En resumen, los sistemas interno y externo no deben ser interpretados como niveles fijos de habilidad o fuerza. Las formas suaves permiten asentamiento firme, calma mental (y generación subsecuente de ch'i), velocidad destellante e instintiva habilidad refleja para repeler el ataque del adversario, mientras se contrarresta la estela de su propio impulso y la pérdida de equilibrio del mismo. Las formas duras alientan el desarrollo de fuerza muscular en los miembros, el poder de golpeo y pateo y la precisión de foco tan necesaria para conectar, con velocidad, golpes sucesivos.
En su búsqueda de escuelas y profesores apropiados, el estudiante occidental se hallará casi, seguramente, con exponentes solo de estilos internos o externos; las pretensiones de supremacía de estos, en una u otra forma, deben ser pasadas por alto (en privado). Recuerde el principio de yin y yang y no olvide que la unidad de estilo prevalecerá siempre sobre los extremos de suave o duro.*
(*) Tomado de: Dennis, F., & Simmons, P. (1977). Yin y Yang,
escuelas suave y dura. En F. Dennis, & P. Simmons, Guía del Kung Fu para
principiantes (págs. 36-37). México D.F.: Editorial Diana S.A.
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